miércoles, marzo 25, 2009

PIRATERÍA DE HORTALIZAS

La diversidad de maíz en México resalta por encima del resto del mundo. Supone una riqueza cultural incomparable y es la herencia que ha pertenecido a los campesinos históricamente.
Ellos son dueños y sabios. Es -más allá del consumo- su propiedad, el día entero, el vínculo con los hijos, la historia de los nietos, el paliativo.

Hay algo que tiene en latente riesgo la preservación de nuestra variedad de maíz y, por si la sentencia es breve, al campo también.

La situación de la agricultura en México es insufrible, se desmorona. Con su baja producción, compite la tecnología genética, misma que contempla la manipulación deliberada de ADN de virus, bacterias, vegetales, animales o humanos para introducirlos en el genoma de otro ser vivo con el fin de otorgarle alguna característica específica, es decir, un organismo modificado genéticamente (OMG).

Diversas organizaciones (principalmente de enfoque científico) defienden la idea de que la modificación genética podría mitigar el hambre en el mundo y reducir el impacto de enfermedades a través de la inserción de ciertos nutrientes en los organismos (vacas que dan leche con antibióticos?) Sin embargo, es más sensato pensar que se trata de un experimento con principios científicos donde no se consideraron los efectos que causaría al medio ambiente.

Combinar genes de organismos que naturalmente no podrían combinarse ignorando consecuencias, es un riesgo que con los años ha dejado ver el deterioro ambiental que originó.

Debido a que el 80% de los OMGs son altamente tolerantes a herbicidas, se incrementó potencialmente el uso de plaguicidas químicos que debido a su toxicidad, son fuente de contaminación ambiental, pérdida de biodiversidad y daños a la salud. Aunado a esto, diversas técnicas agroecológicas y orgánicas para la producción de alimentos en países subdesarrollados con altos índices de pobreza como Somalia, han sido detenidas por la falta de apoyo.

En México, el reglamento de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (que tiene como objeto regular la producción, importación, exportación y consumo de transgénicos en el país), subraya en su artículo 67 que el Gobierno Federal deberá promover la conservación de la diversidad de maíces criollos y controlar la implantación de tecnología genética en los campos de cultivo exclusivamente con fines experimentales y no de consumo humano, sin embargo desde hace varios años se ha dejado ver la complicidad de la SAGARPA con algunas firmas comerciales que ya han implementado la tecnología genética en el norte y sur del país.

El DF y su mandatario nos presumen una preocupación por proteger y fortalecer la producción de maíz criollo entre sus campesinos a fin de erradicar el cultivo de maíz transgénico por considerar que las modificaciones genéticas impactan de manera negativa en la salud y diversidad biológica. Pero lo importante no es ir en contra de la biotecnología, sino informarse y conocer sus efectos, que en este caso son irreversibles.

Progresivamente, la implementación de semillas transgénicas en nuestra agricultura desaparecerá los campos tradicionales, al margen de otras carencias.
A la par de la situación insufrible del campo mexicano, la promoción de OGM no corregirá la situación.


Diseminar cultivos de maíz Transgénico no traerá a este país mas que un incremento en los costos de producción, desempleo, hambre y más pobreza. La exportación se limitará dado que más de la mitad de la población mundial reprueba la manipulación genética de alimentos.
Este esquema de “agricultura transgénica” margina a millones de campesinos en el mundo al tiempo que concentra la riqueza en una decena de firmas transnacionales que monopolizan sin control el mercado de alimentos. La Organización Mundial de la Salud apunta que los OMGs no representan riesgos para la salud humana y los gobiernos internacionales poco o nada hacen para regular sus leyes al respecto.

Es evidente que la utilidad de esta práctica “de ingeniería de primer mundo” recae en los intereses económicos de Corporaciones como Monsanto, dueña del 90% de las patentes de OGMs y que en los últimos años ha incrementado su riqueza un 60% gracias a la implantación de cultivos transgénicos en países como Canadá, Argentina, Brasil, Paraguay y Estados Unidos (este último produce más del 50% de los OMGs del mundo).

La Confederación Nacional Campesina reportó en enero el encarecimiento hasta en un 70% de la canasta básica y un 150 % en el caso de las hortalizas. Cerca está la crisis alimentaria, pero lo que la detendrá no es la producción acelerada de alimentos transgénicos.

Lo que nos orilló a esta crisis es la desproporción de la riqueza, donde estas mismas marcas internacionales que hoy promueven y utilizan clandestinamente cultivos de OMGs que agregan a nuestros alimentos procesados, continúan enriqueciéndose y tienen el poder en sus manos, efectivamente, por sobre cualquier gobierno.

La agricultura sustentable debe ser la opción ya que respeta la biodiversidad, proteje los ecosistemas, reduce las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, promueve la salud del agua y los suelos y utiliza menor cantidad de plaguicidas.

Los hechos nos dicen que somos producto de un monumental experimento y hoy, nos creeemos capaces de emularnos.
S.E.D.

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