lunes, abril 13, 2009

Un hombre extraordinario

Escribo esto en memoria de un hombre extraordinario.

Fue el 31 de enero de 2008. Alguien reportó la presencia de sicarios en un Fraccionamiento de Cancún y los agentes de la Policía Federal irrumpieron durante la madrugada en una casa equivocada.

Así, equivocadamente, entraron sin orden judicial previa, equivocadamente insultaron a los que ahí dormían, equivocadamente buscaron armas en un hogar donde sólo descansaba una familia, equivocadamente golpearon y mataron a sangre fría a un hombre inocente.

Y él no era cualquier hombre. Era de aquellos pocos hombres invaluables, de los que conoces y no te desprendes (pero cualquier virtud que yo cite ahora no será nunca suficiente).

A Guillermo César Patiño Torres lo asesinaron por error. El error fue darle cargo, empleo, arma y poder suficiente a un simio, que mecánicamente soltó dos disparos. Ese simio es agente de la Policía Federal y también es un gran hijo de puta.

El sistema de justicia mexicano deber ser de los más tistes del mundo y, su ejecución, de las más ridículas. No es nuevo para nadie que a diario en nombre del poder se cometen crímenes, pero el asesinato bestial de César perturba y lastima. La impunidad con la que fue cometido este crimen es repugnante y me punza… me ha hecho alimentar resentimientos hacia los aparatos de gobierno que no he podido rechazar. En verdad me esfuerzo por evitar sentimentalismos y apasionamientos, pero aún me duele, porque me gustaría compartir otra tarde con él. Pienso algunas veces en la última llamada telefónica y en la Universidad, cuando nos conocimos, pero particularmente recuerdo su extraordinaria sensibilidad el día que salí al retiro, la conversación sobre lectura y trabajo y también el 31 de marzo de 2007. (¿Qué sería yo para él? no estoy segura, pero no dudo de mi buena fortuna, simplemente porque lo conocí).


Más allá de todo lo que César significa para nosotros, está la necesidad de justicia...pero con las ganas no basta, ni siquiera la denuncia es suficiente. Lo importante es no olvidarse que este mundo enfermo es el resultado de los manoteos de esta especie mediocre, y que de no reivindicar nuestros principios (amor, respeto, paz) todo habrá de extinguirse.

Pato, soy incapaz de comprender el dolor de tus padres y hermanos. También por ahora, sigo siendo incapaz de indultarme por no haberte llamado, por no despedirnos, pero supongo que en algún punto me lees y nos escuchas, y en ese punto estaremos otra vez.

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